En los últimos tiempos no hay semana que se precie sin sus encuestas electorales sobre intención de voto, sobre popularidad y valoración de candidatos. Aunque cada línea editorial se molesta en hacer la suya, y se gasta sus cuartos, con no muy claras intenciones, y con diferentes métodos y resultados, luego siempre se llenan la boca acusando a las que les resultan desfavorables que son solo encuestas, dando a entender que no sirven de mucho, o poniendo en duda su validez.
¿Nos podemos creer entonces algo de las encuestas si ni sus propios creadores se fían de ellas? Cada uno es muy libre de creérselas o no, incluso de creerse solo las que le dicen que su candidat@ es el/la más guap@ y el/la mejor valorad@ por las señoras/es, o de creerse solo las que ha encargado personalmente. Teniendo en cuenta que la misma encuesta se puede interpretar de manera diferente dependiendo quien sea el que la está revisando, su validez queda aún más en entredicho, pero una cosa está clara, nos guste o no, las encuestas sirven para generar opinión en un sentido o en otro.
Personalmente me fio más de la intuición que de las encuestas, y sobre todo de lo que se ve en la calle, y no me refiero a ver quién pone más carteles, ni cuáles son los más grandes ni más ingeniosos o llamativos, la calle suele hablar y lo hace con más fuerza cuando precisamente parece más tranquila y adormecida, y lo hace en silencio.
De un tiempo a esta parte no hay confrontación política, la gente asiste atónita a los intentos por encender la mecha desde un lado, para que el rival entre en la batalla, pero el rival salvo algunas excepciones no está interesado en entrar la batalla y ya se sabe, "dos no pelean si uno no quiere", y esa es la situación actual.
En la calle sucede lo mismo, hace años no habría una sola reunión de cualquier tipo, café entre compañeros de trabajo, reunión familiar, cena de fin de semana con amigos y cerveza, hasta en los corros de las comuniones se terminaba hablando de política, y en ocasiones con acalorados debates. Hoy en día ya no se habla de política, o bien porque quedan menos compañeros de trabajo que puedan permitirse el tomar café, porque las familias no están para reunirse a celebrar nada, o bien porque los niños ya no hacen la comunión ni para conseguir la consola, o quizás porque la gente no quiere batallas inútiles, ni estériles, en las que ya se conoce el final.
La calle ya ha hablado, y lo ha hecho en silencio, aunque no descarto que este se vea interrumpido por las estridencias de los tambores de guerra de los que intentan por todos los medios que haya batalla.
Ya he visto el final de esta película (semifinal de champions), unos querían guerra y otros que todo fluyera con normalidad. Cuando ya te has llevado un palo no es momento de hacer sangre.
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